Mi madre – Yo
En este ejercicio realizaremos el camino hacia la madre. Para ello ambos representantes empezarán separados por una distancia de varios metros, entre 5 y 10 si es posible.
La persona que representa a la madre no se mueve a lo largo de este ejercicio, aunque sienta el impulso de hacerlo, simplemente espera a que el hijo vaya hacia ella y lo espera con los brazos abiertos.
La persona que representa al hijo es la que se moverá poco a poco hacia la madre. Los pasos muy muy lentos, observando cómo se siente a cada paso que da. Es posible que en algún punto nos paremos o surja una emoción. Paramos, respiramos y vivimos esa emoción. Si en algún momento nos quedamos paralizados está bien, simplemente nos muestra que hay un bloqueo que solucionar para llegar a tomar a la madre.
El objetivo no es llegar hasta ella, el objetivo es ver cómo nos encontramos con nuestra madre para saber cómo trabajarlo y, en el transcurso del ejercicio, sanar una parte de la relación con nuestra madre. Si podemos llegar hasta ella está bien y si no podemos llegar hasta ella está bien también.
Este ejercicio puede repetirse varias veces, dejando unos días entre medias, para ir trabajando poco a poco la relación con nuestra madre.
Si el ejercicio se lleva a cabo entre dos personas es recomendable que la persona haga de sí misma y sea la otra persona la que represente a la madre.
Si las personas que realizan el ejercicio son pareja es recomendable al acabar decirle al otro «ella es mi madre y tú eres mi pareja» para evitar proyecciones una vez finalizado el ejercicio.